viernes, 12 de mayo de 2023

Pensando y escribiendo mierda (escritura automática)

Escritura automática del 11/07/22


La escritura automática o el fluir de conciencia es el proceso o resultado de la escritura que no proviene de los pensamientos conscientes de quien escribe. Es una forma de hacer que aflore el inconsciente. Consiste en situar el lápiz sobre el papel y empezar a escribir, dejando fluir los pensamientos sin ninguna coerción moral, social ni de ningún tipo. El objetivo es alejarse totalmente de la razón. En ocasiones se realiza en estado de trance, aunque no es necesario que sea así.]

Nota del autor: por favor, abrir todos los enlaces adjuntos.

Pienso en lo que escribiré a continuación para completar el seco blanco mundano y profano de un papel envuelto en escupitajos de los espíritus de pensamientos demiúrgicos. Me pregunto qué tan honesto estaré siendo en estos momentos al unir la regurgitación de colillas de cigarrillos metafísicas de ideas dispersas y ya fumadas hace cualquier rato, medianamente fabricadas y soldificadas en el molde de mi vanidad, de mi orgullo como el rocío de la cursilería freudiana, o almenos el intento de ésta. 

 

Me pregunto qué tan conectado estará el cordón umbilical de mis facultades mecánicas con la fuente primigenia del primer pensamiento, madre de la madre de la idea. Hilo de la hilera primera que cubre el manto oscuro de mi hoguera. Siembro la primera palabra del hombre que se alimenta de escupitajos metafísicos. El hierro azul de la tinta vecina empuja estas palabras esclavas. Ahora bien, no debo olvidar que este laboratorio condensado de líneas (no cocainómanas) deben ser los sucesores de un ideal profundo, quizás un ser mitológico que nace cada 20 o 30 días del puñal certero de un abrelatas o de las velas salvajes arrebatando la dulce oscuridad de los ángeles torpes que tropiezan en charcos de infierno (ej: Los Ángeles Negros, icónico grupo musical de la nueva ola shilena).

 



El punto es ese. Que se me está acabando la tinta y de pronto me voy a exacervar y exaltar por la falta de un susurro festivalero y esquizofrénico en mi estuche imaginario. Porque todo es imaginario y nada tiene un hogar en la iglesia de la palabra al reunir los ángeles y santos anteriormente mencionados. Subrayo con un fervor totémico los alcances de un puéril artefacto de ideas llamado José Ignacio López Alquinta. Un ejercicio meditativo que se oculta tras los conectores abusados en esta guerra de neblina transcurriendo en mi cerebro.

MALDITAS SEAN AQUELLAS BESTIAS QUE SE TOMAN LOS BASTIONES DE MI LENGUAJE, RELLENÁNDOLO CON ILUSIONES de miel y hielo fausto, de libres albedríos quebradizos de capas hiélicas.,
de asuntos determinados por burócratas de butacas de tenedores, y en fin, y así, se vislumbra el final del recorrido.

Por favor bájese de la estación caballero o tendremos que llamar a seguridad. 

Fin.



 

 

 

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