miércoles, 26 de julio de 2023

Cómo las Fake News y la Posverdad nos vuelven nihilistas (según Nietzsche)

Los términos fake news y posverdad han tomado gran relevancia estos últimos años, principalmente como una consecuencia de la masificación de los medios y la dominación de las redes sociales. Su proliferación ha provocado importantes desafíos en la época contemporánea, entre ellos, el efecto que tiene en las audiencias respecto a sus capacidades de discernir entre los hechos verdaderos de las fabricaciones.

Nietzsche tenía una perspectiva muy particular de la verdad, postulando la polémica tesis de que solo existen interpretaciones, y que no hay tal cosa como una verdad universal, lo cual, según su punto de vista, sería un trascendentalismo que pierde su significado con el advenimiento del nihilismo: filosofía que advierte un vacío de valores auténticos, la cual además, según varias fuentes entendidas, estaría dominando nuestro occidente posmoderno. Por lo tanto, es interesante hacer el ejercicio de preguntarse cómo Nietzsche aplicaría su propuesta de transvaloración en la actualidad, con la gran influencia que tienen los medios masivos en los individuos y sus búsquedas de verdades.

A través del prisma de Nietzsche, este ensayo argumenta que la difusión de las fake news y la cultura de la posverdad en los medios de comunicación masivos socava la búsqueda de verdades y significados auténticos, generando un estado de apatía nihilista en la sociedad contemporánea, pero también abre la posibilidad de reevaluar y reconstruir nuestra relación con la verdad y los valores en la era de la información.

  1. El nihilismo según Nietzsche:

Nietzsche aborda extensamente el tema del nihilismo en sus obras. En Así habló Zaratustra (2003), el filósofo alemán advierte que hay una necesidad de superar las verdades trascendentales que, según su punto de vista, han acabado por disolver el valor de la existencia terrenal de los humanos. Para que esto sea posible, los individuos deberían pasar por un proceso que él bautizó como “transvaloración”, un profundo cuestionamiento de los valores establecidos por la sociedad para reemplazarlos por valores propios, empoderados, alimentados por la "voluntad de poder", es decir, que las personas descubran y cultiven su verdadero potencial. Este es el modelo al que Nietzsche se refería como “Superhombre”.

Esta disolución de valores está íntimamente ligada a la capacidad que nosotros, los humanos, tenemos para alcanzar una verdad universal y objetiva. Tal como Nietzsche explicó en “El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos” (2002), este gran surco nihilista habría empezado a abrirse con Platón, cuya doctrina puede resumirse en: la verdad no se encuentra en el mundo tangible, pero es accesible para los sabios y virtuosos. Pasando por el cristianismo: la verdad solo puede ser alcanzada al trascender la muerte. Y, a grandes rasgos, concluyendo con Kant: la verdad ni siquiera es alcanzable o comprensible para los humanos (p. 16). Verdad que, en consecuencia, acabó siendo banalizada, degradada hasta convertirse en nada, clavándole la última estocada a Dios.

Tal parece que Nietzsche profetizaba que el nihilismo era el destino de occidente. El filósofo ya preveía que nuestro occidente posmoderno, viudo de esta difunta verdad trascendental, acabaría transformando la realidad en un “mito” (¿una gran fake news?). Sin embargo, la doctrina nietzscheana no es pesimista, sino que propositiva, considerando que el Superhombre podría ser una alternativa para superar este mundo sin Dios. Dios siendo un sinónimo de verdad.

Ya habiendo aclarado las definiciones de Nietzsche sobre el nihilismo y su crítica a las verdades trascendentales (que conforman la base para la tesis de este ensayo), en este punto es necesario adelantar que el filósofo creía que toda verdad es un constructo de interpretaciones y metáforas del lenguaje. O sea, que no hay una sola interpretación correcta y objetiva del mundo. Ahora bien, lo más probable es que Nietzsche jamás se hubiese imaginado algo como los medios masivos de comunicación que tenemos actualmente. Por ejemplo, las redes sociales, donde cualquiera puede falsificar realidades y, en definitiva, inventar nuevas verdades que acaban siendo compartidas por comunidades enteras de demagogos, extremistas y perpetradores de odio. ¿Qué hubiese pensado Nietzsche al respecto?, ¿será acaso la verdad de los hechos comprobables, de los datos duros y el periodismo serio, solo una idealidad ascética; otro trascendentalismo que lleva a la nada? y en contraparte, ¿de qué forma estas realidades alteradas, fake news y posverdades, siguen abriendo el surco nihilista de nuestra sociedad contemporánea?

  1. La cultura de la posverdad y su relación con el nihilismo:

Recién el año 2017 la Real Academia Española decidió incorporar en su diccionario el término “posverdad”, definiéndolo como “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. El término ganó popularidad con la elección del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien ha sido acusado de instalar posverdades como herramienta de beneficio político. Un ejemplo de esto sería cuando el exmandatario afirmó repetidamente que había ganado las elecciones presidenciales del 2020 de manera aplastante y que solo fue derrotado debido a un fraude electoral masivo. Estas afirmaciones fueron ampliamente difundidas por los medios de comunicación y generaron una gran polémica. Sin embargo, múltiples investigaciones y recuentos de votos confirmaron la legitimidad de las elecciones, sin encontrar evidencia sustancial de fraude electoral.

Este concepto, impulsado por la masificación de afirmaciones falsas en redes sociales, ha trascendido a un estatus cultural y se ha convertido en un paradigma de la posmodernidad. Al ser un término relativamente nuevo, tiene varias interpretaciones. Por ejemplo, el escritor y periodista Humberto Pérez-Tomé considera que la posverdad es parte de una corrupción de la razón; “es una de las consecuencias más evidentes del relativismo decadente, que provee al nihilismo contemporáneo de una existencia basura”[1]. Por su parte, el poeta y catedrático Luis García Montero, considera que “el concepto de posverdad es muy melancólico porque supone que alguna vez existió la Verdad como sostén único del discurso político (...) Ya no se trata solo de mentir, sino de crear una vertiginosa realidad virtual que sustituya a la experiencia histórica”[2]. Sobre el concepto de la mentira y la verdad, Nietzsche ya ha compartido sus definiciones:

En una obra que precisamente se titula Sobre verdad y mentira en el sentido extramoral (1996), Nietzsche declara que la verdad, así como el lenguaje que la origina, es una mera abstracción: “¿Qué es entonces la verdad? una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas” (p. 25). Abstracción que, además, junto con el intelecto, nació como un primitivo mecanismo de supervivencia para la humanidad, asentándose como una convención social, debido a nuestro impulso por formar una vida gregaria (p. 18 - 20). En definitiva, según Nietzsche, no creemos en la verdad porque se acerque más a la realidad, sino porque es lo más conveniente y nos sirve para vivir en sociedad. Por otro lado, solo despreciamos la mentira cuando nos hace daño de forma deliberada y va en contra de este contrato social. Aquello significa que si esa mentira nos beneficia, entonces es probable que la propaguemos.

Desde una perspectiva nietzscheana, la posverdad puede ser vista como un intento de "perspectivismo", en el cual se acepta una pluralidad de verdades subjetivas sin una verdad universal y trascendente. Por lo tanto, desde el prisma que propone el filósofo, quizás el problema para el individuo posmoderno no consiste tanto en tener el mensaje más verídico de todos, ya que todos serían, en definitiva, no más que metáforas e interpretaciones. En cambio, el auténtico problema puede ser que tanto el individuo como la sociedad en la que habita, llegarán a ser incapaces de encontrar un consenso sobre cuál de todas esas interpretaciones, metáforas y personificaciones, es la correcta. Con los medios masivos hay demasiado de donde escoger; una saturación de verdades y mentiras fácilmente accesibles. Por lo tanto, lo que aceptamos como verídico puede escaparse de nuestra voluntad o de una reflexión profunda; estos dos aspectos son indispensables para la realización del Superhombre.

Por todo lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que el nihilismo y la cultura de la posverdad están íntimamente relacionados, ya que esta última surge del relativismo, que a su vez aparece como una consecuencia de la verdad inaccesible y trascendente que nos legó Kant. La gran particularidad es que ahora se pueden fabricar verdades a conveniencia de ciertos individuos, y a su vez, que esta encuentre su aceptación en comunidades masivas, con una instantaneidad jamás antes experimentada.

  1. El impacto de las fake news, los mentirosos y la erosión de valores auténticos:

Durante la crisis sanitaria, se difundieron numerosas afirmaciones falsas en redes sociales, como teorías conspirativas sobre el origen del virus y las vacunas. En gran parte de la población, estas afirmaciones socavaron la confianza en fuentes de información legítimas, como los médicos y las organizaciones de salud. Muchas personas que se vieron expuestas a información incorrecta tuvieron dificultades para tomar decisiones informadas sobre su salud. Además, estas fake news contribuyeron a la polarización de opiniones y obstaculizaron el diálogo basado en evidencias (García et al., 2021).  Sin embargo, este año The Times publicó un artículo que pareció confirmar una de las mayores teorías conspirativas cuando inició la pandemia: que el virus aparentemente había sido fabricado en un laboratorio[3].

Estos mensajes contradictorios entre las noticias sin fuentes de las redes sociales y las noticias de los medios establecidos; entre lo que en un breve instante es una verdad y luego pasa a ser desmentido, sin duda debe tener un efecto en la psique humana. Ese efecto puede ser traducido como apatía, según comprobó un estudio de la University of Melbourne and Pollfish acerca de la reacción que tienen las audiencias sobre las noticias falsas de la pandemia[4]. Y cuando hay apatía, lógicamente, no es posible la transvaloración que propone Nietzsche.

Tal parece que en el mundo de los medios masivos, nadie tiene una verdad que se pueda considerar universal, aunque en el momento de los hechos inmediatos parezca que sí. Tampoco nadie tiene el tiempo ni la voluntad de investigar y verificar las fuentes por sí mismos. Solo dependemos y obedecemos a los mensajes que, en base a nuestros sesgos y creencias personales, decidimos atender mientras observamos pasivamente una pantalla. Según Podestá (2009) “se desarrolla una revaloración de todos valores en el constante flujo de imágenes y textos y es difícil definir un valor supremo porque el sujeto ha perdido su posición central desde la cual sería posible tal definición” (p. 3).

Respecto a los individuos que propagan fake news, en definitiva, a los mentirosos, se puede hacer referencia a lo que Nietzsche denomina como el origen de la mentira, el cual sería exactamente el mismo que el del conocimiento. En Sobre verdad y mentira, el filósofo asegura que la mentira también nace de una necesidad de supervivencia: “en los hombres alcanza su punto cúlmine este arte de fingir; aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude” (p. 18). Llevado a nuestro contexto, puede que la creación de fake news sea solo un impulso de sobrevivencia en el mundo posmoderno para, de forma desesperada, construir un significado que reafirme la existencia de estos mentirosos.

Sin embargo, Nietzsche aclaró que las mentiras dañinas para la sociedad solían regularse mediante el castigo a quienes las propagan. Este castigo solía ser el ostracismo: “la sociedad ya no confiará más en él y, por este motivo, lo expulsará de su seno” (p. 21). En la actualidad, este mecanismo de autorregulación dejó de ser eficiente. En nuestra sociedad interconectada, los mentirosos pueden llegar a formar sus propias comunidades sin estar limitados por fronteras. Pueden colaborar con otros mentirosos para reforzar sus falsedades, hacerlas más creíbles y reclutar a más personas que alimenten esta realidad fabricada.

Ya repasamos a la tribu de los apáticos y la tribu de los mentirosos en nuestra aldea posmoderna. Entonces, ¿qué queda para esos bichos raros que construyen sus percepciones basándose en datos y hechos verificables (por ejemplo, los periodistas)?, ¿cómo pueden imponer su voluntad de poder en la cultura de la posverdad? y en comparación a los demás, ¿estarán más cercanos a alcanzar este urgente ideal del Superhombre?

  1. Oportunidades para reconstruir nuestra relación con la verdad:

Nietzsche explicó que existen esencialmente dos tipos de hombres (o llevándolo a un lenguaje más moderno; dos tipos de personas): los racionales y los intuitivos. Los primeros buscan sobrevivir, guiados por esta búsqueda de conocimientos y verdades para darle sentido a este disimulo que es la vida. Los intuitivos, en cambio, buscan vivir, son héroes alegres, creativos y artistas que no buscan el disimulo sino que son auténticos (p. 37-38). Estos últimos serían los más cercanos a ser Superhombres, según lo que el filósofo desarrollaría después en su obra.

En base a estas breves definiciones se puede caer en un error garrafal, que es asumir que los propagadores de fake news y posverdades son héroes intuitivos porque construyen sus propias realidades. Nada más alejado. De la obra de Nietzsche se desprende que estos intuitivos y dionisíacos Superhombres no son las personas que definen la verdad como lo conveniente. Como ya repasamos anteriormente, la mentira también proviene de un impulso de supervivencia, así que los mentirosos bien podrían ser tan racionales como los periodistas y los dueños de los grandes medios establecidos. Aquellos que burlan el sistema creando un código moral para justificar sus acciones autocomplacientes, en ningún caso pueden alcanzar el ideal de Nietzsche, porque entonces están cayendo en la trampa de ser esclavos de otro sistema: el egoísmo.

Las personas racionales que están del lado de los hechos objetivos, es decir, periodistas y académicos, cuentan con pocas opciones para sobrellevar este ocaso de la verdad. El camino que más han decidido utilizar es, a la vez, el más neurótico de todos: convencer y alarmar a toda costa a los demás que dejar de alimentar la cultura de la posverdad es una cuestión de supervivencia, y no un simple capricho, esperando que tanto propagadores como consumidores de noticias falsas les tomen ese peso a sus actos. Para Nietzsche, probablemente eso sería un modelo intentando imponerse a otro de forma algo ingenua, pues ignoran que ambos nacen de la misma desesperación nihilista: el intento de suplir la inexistencia de una verdad universal.

En definitiva, si aplicamos el prisma nietzscheano al mundo de la posverdad, probablemente la mejor opción, tanto para las audiencias como para los difusores de los medios masivos, es abandonar la búsqueda de una verdad universal, dejar de obsesionarse con un consenso de realidad objetiva que le sirva a todo el mundo, ya que es una aventura infértil en una era donde las realidades cambian vertiginosamente. En cambio, todos podrían enfocarse en realizar un ejercicio individual que es crucial para empoderarse y alcanzar la transvaloración que proponía Nietzsche: dejar de aceptar pasivamente los mensajes que se les presentan como verdades, ya sean en los grandes medios, las redes sociales o las figuras influyentes de cualquier casta, y empezar a buscar activamente las fuentes que sustentan cada afirmación, evaluarlas, a la vez que realizan un profundo proceso de introspección. Nietzsche creía que no se necesita una verdad eterna para tener una vida significativa, pero para eso tampoco se debe caer en el abismo de la apatía o de la mentira egoísta.

Es muy difícil que la cultura de la posverdad pueda erradicarse. Pero si los difusores y periodistas, en su cruzada contra las noticias falsas, cambian a una narrativa que empodere a sus audiencias, invitándolos a dudar incluso de sus propios mensajes, en lugar de intentar concientizarlos mediante argumentos de autoridad e imposiciones, puede que ese mundo de los datos y las evidencias concretas tenga una mejor recepción en la gente. Es más, quizás es la única manera para que pueda sobrevivir en la era de la posverdad.

  1. Conclusiones:

En este ensayo se ha evidenciado cómo la propagación de las fake news en los medios masivos afectan la confianza en la información, socavan la percepción de la realidad y contribuyen a la erosión de valores auténticos en las audiencias, fortaleciendo el nihilismo.

Según hemos repasado, Nietzsche consideraba que la verdad es un constructo humano, y que las interpretaciones y metáforas del lenguaje forman la base de nuestra comprensión del mundo. Sin embargo, la proliferación de fake news y posverdades en la era de los medios masivos plantea importantes desafíos para la construcción de significados propios y el empoderamiento que las personas necesitan para superar el nihilismo. Estas distorsiones de la verdad socavan la confianza en la realidad concreta y polarizan las opiniones.

Aunque se ha evidenciado los impactos negativos de las fake news y la cultura de la posverdad en la sociedad contemporánea, también hemos destacado la necesidad de reevaluar nuestra relación con la verdad. En lugar de buscar una verdad universal y objetiva, podemos adoptar una postura más crítica y activa al evaluar la información, buscar fuentes confiables según un criterio autocultivado, balanceado con un sano cuestionamiento a nuestras propias creencias. Al hacerlo, podemos fortalecer nuestra capacidad para reconstruir nuestra relación con unos valores auténticos en medio de la era de la información.

Sin embargo, aún quedan interrogantes por resolver. ¿Cómo podemos fomentar una cultura de la responsabilidad y el pensamiento crítico en el consumo y la difusión de noticias? ¿Cómo podemos evitar la polarización y construir puentes de diálogo basados en hechos verificables?

Esta reconstrucción requerirá un esfuerzo colectivo. Los medios de comunicación, los periodistas y los individuos tienen un papel importante en la promoción de una cultura de la honestidad, la verificación y la transparencia. Además, la educación mediática y el desarrollo del pensamiento crítico desde una edad temprana son fundamentales para equipar a las personas con las habilidades necesarias para discernir la verdad de la falsedad.

La superación del nihilismo contemporáneo y la cultura de la posverdad requerirán un enfoque multifacético que abarque tanto cambios individuales como estructurales. Al desafiar las narrativas engañosas que satisfacen los intereses egoístas de algunos y cultivar una actitud de búsqueda constante de la verdad, podemos abrir el camino hacia la reconstrucción de significados que puedan empoderar a los individuos en nuestra sociedad.

  1. Bibliografía:

     Nietzsche, F. (2008). Así habló Zaratustra. Madrid: Alianza Editorial.

     Nietzsche, F. (2002) El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos. Proyecto Espartaco.

     Pérez-Tomé, H. (2017, Octubre). ¿Qué es la posverdad...? La crisis global del pensamiento. Hispanidad. https://www.hispanidad.com/sociedad/que-es-la-posverdad-la-crisis-global-del-pensamiento_298197_102.html

     García Montero, L. (2017, Noviembre). La posverdad y la preficción. Infolibre. https://www.infolibre.es/cultura/los-diablos-azules/posverdad-preficcion_1_1147950.html

     Nietzsche, F. (1996). Sobre verdad y mentira en el sentido extramoral. Madrid: Editorial Tecnos.

     García, et al. (2021). Polarización en Twitter durante la crisis de la COVID-19: Caso Aislado y Periodista Digital. Revista de Comunicación Vo. 20. http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1684-09332021000200029

     The Times. (2023, Junio). What really went on inside the Wuhan lab weeks before Covid erupted. The Times. https://www.thetimes.co.uk/article/inside-wuhan-lab-covid-pandemic-china-america-qhjwwwvm0?utm_medium=Social&utm_source=Twitter#Echobox=1686418033-1

     AdWeek. (2021, Marzo). Awareness of Covid-19 Fake News Is High, but So Is Apathy, Finds WHO Study. AdWeek. https://www.adweek.com/media/awareness-of-covid-19-fake-news-is-high-but-so-is-apathy-finds-who-study/

     Podestá, C. (2009). Hermenéutica nihilista y la sociedad de comunicación intensificada. Universidad Nacional de San Juan- Instituto de Filosofía.

 



[1] Pérez-Tomé, H. (2017, Octubre). ¿Qué es la posverdad...? La crisis global del pensamiento. Hispanidad. https://www.hispanidad.com/sociedad/que-es-la-posverdad-la-crisis-global-del-pensamiento_298197_102.html

[2] García Montero, L. (2017, Noviembre). La posverdad y la preficción. Infolibre. https://www.infolibre.es/cultura/los-diablos-azules/posverdad-preficcion_1_1147950.html

[3] The Times. (2023, Junio). What really went on inside the Wuhan lab weeks before Covid erupted. The Times. https://www.thetimes.co.uk/article/inside-wuhan-lab-covid-pandemic-china-america-qhjwwwvm0?utm_medium=Social&utm_source=Twitter#Echobox=1686418033-1

[4] AdWeek. (2021, Marzo). Awareness of Covid-19 Fake News Is High, but So Is Apathy, Finds WHO Study. AdWeek. https://www.adweek.com/media/awareness-of-covid-19-fake-news-is-high-but-so-is-apathy-finds-who-study/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario