El hombre, por naturaleza, necesita de la comunicación y ayuda de los demás. Aunque a muchos les incomode admitirlo; exigimos un líder que nos guíe, y nos sometemos bajo el yugo de un sistema. Claro que existen casos aislados; individuos que están satisfechos nada más que con su propia compañía, pero deben bajar la mirada ante la abismante sociedad que nosotros mismos hemos construido.
Nosotros creamos las constituciones, las leyes y la economía. Los castigos para quienes ponen en riesgo nuestro sistema, y los premios para quienes aportan en ésta. Lo que es comúnmente conocido como “el ejercer ciudadano” varía según la percepción de cada país, de cada civilización. Ahora nos parece algo abismante las diferencias culturales que pueden existir entre nuestra nación y una muy alejada, pongamos a la justicia como ejemplo: ¿Un juez occidental vería el Sharia -o ley islámica- como algo justo, donde a un ladrón se le corta la mano y se le castiga a un homosexual?, es algo muy improbable. Pero en algún momento de nuestra evolución, debió existir el punto muerto en donde las leyes y responsabilidades abandonaron su subjetividad y se transformaron en algo universal.
Ahí es cuando las teorías de la evolución socio-cultural entran en el juego. El libro “Una herencia incómoda” de Nicholas Wade toca muy bien este tema. Afirma que: “La sociabilidad también está grabada en nuestros circuitos neurales (...) Entre estos se cuenta una tendencia a seguir las normas y un impulso a castigar a los demás cuando no las hacen...”
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Pero debe existir algo muy conveniente para vivir en una comunidad y acceder a cumplir sus normas, de lo contrario, las sociedades no existirían. El ciudadano debe ganar algo a cambio, y cuando esto sucede, puede confiar en los demás miembros de su grupo, y a la vez, estar preparado para desconfiar en los que están fuera de este. Ahí es cuando se trazan las líneas que dividen a las naciones.
Pero debe existir algo muy conveniente para vivir en una comunidad y acceder a cumplir sus normas, de lo contrario, las sociedades no existirían. El ciudadano debe ganar algo a cambio, y cuando esto sucede, puede confiar en los demás miembros de su grupo, y a la vez, estar preparado para desconfiar en los que están fuera de este. Ahí es cuando se trazan las líneas que dividen a las naciones.
Es por eso que las
responsabilidades ciudadanas son el motor de cada nación. Pero varían según el
tiempo, y el contexto socio-cultural. En la era del feudalismo monárquico, por
ejemplo, las responsabilidades de un ciudadano eran simples: Trabajar en los
campos de tu señor feudal, para así beneficiar al rey y a las demás castas
superiores, y a cambio, obtener el derecho de alimentarte con una pequeña
porción de tu cosecha, además de un lugar en donde pasar la noche. Claro que
los tiempos han cambiado mucho desde entonces, y ya no pertenecemos a un
sistema tan tiránico como ese.
Amigo, debes saber que es un ensayo antes de ponerte a escribir a lo loco.
ResponderBorrarSuerte con tu trabajo.
Gracias por tu crítica amigo, aunque me gustaría que me aclararas que entiendes por escribir "a lo loco". Un saludo.
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